Enamorarte de Alemania con su “Ruta Romántica”
¿Qué tal un viajecito al pasado?, a una época en la que se vivía en pintorescos pueblos de casitas bajas y coloridas, en la que los carros de caballos paseaban por sus empedradas calles… Una época en la que los castillos medievales y palacios de cuento estaban tan a la orden del día como hoy lo están “los IKEA” y “los Decathlon”. Suena bien, ¿verdad?, pues ese viaje existe y se encuentra en Alemania. Pasen y lean.
Índice
¿Qué es la ruta romántica?
La ruta romántica de Alemania es uno de los principales destinos turísticos del país. A lo largo de toda la ruta puedes encontrar muchos pueblitos de cuento, pero… ¡de cuento de verdad!, y es que muchos han sido la inspiración y escenario de historias como “el flautista de Amelín”, “Pinocho” o “La bella durmiente”. La ruta va desde el centro del país, donde se encuentra la ciudad de Wurzburg, hasta el sur, en el pequeño pueblo de Fussen que limita con los Alpes.
Cómo moverte por ella
La mejor opción es en coche, de esta manera podrás adaptar la ruta a tus anchas e ir parando donde más te apetezca. Puedes programar tu estancia en un punto fijo que esté más o menos en la mitad de la ruta y cerca del aeropuerto donde vayas a coger el vuelo y desplazarte desde allí, o bien, ir quedándote en los pueblos que visites.
Qué pueblos visitar
En la ruta hay un montón de bonitos pueblos y ciudades que descubrir, todo dependerá de los días de los que dispongas y la zona por la que te vayas a mover. En esta entrada voy a hablar de cuatro de esos pueblos, situados entre la zona centro y el sur del país.
Rothenburg ob der Tauber
Es un precioso y pintoresco pueblo en el distrito de Ansbach, Baviera, junto al río Tauber, de allí su nombre. En este pueblo está cuidado hasta el más mínimo detalle, es por eso que es uno de los más famosos y bonitos de Alemania. Disney se inspiró en este pueblo para la película “Pinocho”, y no es para menos, parece el escenario de un cuento de hadas.
Hay mucho para ver, desde la plaza central, muy cerca de la majestuosa iglesia de St. Jame’s, hasta sus calles colindantes con sus características casas de colores de estilo alemán clásico. Así que, piérdete entre sus calles observando cada detalle y rincón tranquilamente, todos tienen algo especial que te harán sentir como el protagonista de un cuento.
El pueblo está rodeado por una muralla a la que se puede subir y contemplar unas vistas geniales desde lo alto. En las murallas hay varias torres, en alguna se puede entrar, otras son solo el acceso al interior del pueblo. Solo está permitida la entrada a coches de residentes, por lo que es un lugar muy tranquilo y prácticamente todas sus calles son peatonales. Si vas hasta allí en coche no te preocupes, encontrarás varios parkings fuera de las murallas donde poder aparcar.
Además del interior del pueblo, todos sus alrededores son un espectáculo, mires a donde mires solo encontrarás bosques y naturaleza. Otoño es una de las épocas más bonitas para visitarlo por el increíble colorido de los árboles que crea paisajes como este:
Rothenburg es conocido por su mercado navideño. En navidad y las semanas previas a ésta, se colocan numerosos puestos en la plaza central que ofrecen todo tipo de adornos y dulces navideños. Sino no te coincide bien ir en esta época y eres un amante de la navidad “don´t worry”, en este pueblo se encuentra la inigualable tienda “The Wolrd of Käthe Wohlfahrt”. Es una tienda enorme decorada con estilo navideño, como si de Romanievi se tratase, en donde puedes encontrar cualquier tipo de artículo relacionado con esta época.
¡Ah!, no puedes irte de este pueblo sin probar el típico bocadillo de salchichas y pan rústico que preparan en las charcuterías que hay entre sus callejuelas (cuestan unos 3 euros).
Tampoco puedes perderte las famosas bolas Schneeballen, unas bolas hechas con una masa parecida a la de las orejuelas que en España hacemos en carnaval, cubiertas de chocolate, azúcar o dulce de leche.
Dinkelsbühl
Otra ciudad antigua de Baviera, situada a orillas del río Wornitz. Quizás no tiene el mismo encanto ni vida que Rothenburg, pero sus casas y calles de estilo medieval te trasladarán a otra época.
Está igualmente rodeado por murallas con torreones, aunque éstas tienen una forma diferente.
Los alrededores del pueblo son muy bonitos, con paseos entre arboles que merece la pena recorrer. Cuando digo que es una escena de cuento, es casi literal, y es que en una de las torres se dice que se encuentra encerrada la Princesa Rapunzel…su trenza puede verse cayendo desde la ventana 😉
Entre sus calles hay muchas cafeterías, restaurantes y tienditas con mucho encanto.
Castillo de Neuschwanstein
Este castillo situado en la frontera con Austria y al pie de los Alpes, es conocido como “el castillo del rey loco”, ya que lo mandó construir el rey Luis II de Baviera, un loco enamorado del romanticismo que quiso hacerse una “chocita” en medio de las montañas sin escatimar en gastos ni detalles. Por desgracia, murió antes de que éste estuviese acabado, pero gracias a su locura podemos disfrutar de esta preciosidad.
También es conocido por ser el castillo en el que se inspiró Disney para crear su logo más representativo y para la creación del castillo de la bella durmiente. Sea como sea, es un espectáculo digno de ver.
A los pies del monte donde se sitúa el castillo hay varios parkings para dejar el coche. Se puede subir hasta el castillo: andando, en bus o… ¿te imaginas llegar al castillo en carruaje? pues ¡SI! es posible, se puede subir en carro de caballos, para hacer la experiencia más idílica, si cabe. Aunque hay que decir que, se tarda lo mismo andando que en caballo y el camino cuesta arriba hacia el castillo tiene tela, ver como los pobres caballos carretaban a gente sin parar todo el santo día daba un poco de pena.
Entrar al patio del castillo es gratis y entrar en su interior es posible con una visita guiada que cuesta unos 13 euros.
Solo el 30% del castillo es accesible al público. La visita tampoco ofrece mucho, aunque las estancias y las vistas desde ellas son espectaculares. El castillo no se puede fotografiar en el interior así que os dejo fotos de las vistas:
Pero, sin duda, las mejores vistas del castillo se consiguen desde el puente Marienbrücke, al que se accede desde una ruta de unos 10 minutos que sale desde las puertas de éste. (La segunda foto del castillo está sacada desde allí). Para volver al parking, se puede ir andando por el mismo camino de subida al castillo, esperar al bus o coger un carro de caballos.
Fussen
Un pueblito bávaro situado al pie de los Alpes que merece la pena visitar por: su lago, sus vistas a la montaña, las aguas azules turquesas del río Lech y sus bonitas calles. Este pueblo está justo antes de llegar al castillo. Las calles tienen mucha vida, en ellas hay un montón de cafeterías y pastelerías. Los Bretzels (especie de rosquilla enlazada) en este pueblo, son artesanales y están riquísimos.